Que no ganen los violentos

Lo que señala el título es, en resumidas cuentas, lo que queremos, pensando en los futbolistas, porque a ellos nos debemos, pero también en la sociedad entera. Obviamente, entre nuestro deseo y la realidad muchas veces existe un espacio muy amplio, manchado por episodios como los que hemos observado en los últimos tiempos. Los capítulos de violencia por momentos hacen que los bien intencionados pensemos que no existe remedio para esta añeja enfermedad. De hecho, no somos especialistas en seguridad, pero paralelamente nos resistimos a dejarles el terreno libre a individuos que quizás creen que pueden agredir sin recibir un castigo.
Entonces, nos esforzamos tratando de que al menos se escuche nuestra voz. Repudiamos y a la vez pedimos ante quien corresponda que el trabajador (en este caso el futbolista) pueda desarrollar su actividad normalmente. Lo hicimos frente a los directivos de los clubes donde se produjeron estos hechos, por supuesto, y el martes 9 de noviembre, el Secretario General de FAA, Sergio Marchi, se reunió en La Plata con Ricardo Casal (Ministro de Justicia y Seguridad bonaerense), Alberto Pérez (Jefe del Gabinete provincial) y Javier Mouriño (Secretario General de la gobernación) para analizar todo esto que tanto nos preocupa. Por supuesto, entrenarse bajo custodia policial no es el escenario ideal. Está muy lejos de serlo. Pero mientras la sociedad en su conjunto intenta encontrarle soluciones al problema, como mínimo esperamos que los violentos tengan alguna traba, algún impedimento para desplegar eso que tan bien conocen y que tanto daño hace.
No es un asunto nuevo. Durante muchos años hemos padecido y padecemos la violencia que suele rodear al fútbol. Lo que sufrió días atrás el plantel de Quilmes, cuando regresaba desde La Plata tras jugar ante Gimnasia, tuvo gran repercusión en los medios debido a la magnitud de lo ocurrido –ataque al micro y a los automóviles de jugadores e integrantes del cuerpo técnico que estaban estacionados en el predio del club-, y también porque se trataba de un equipo de Primera División. Pero Agremiados también ha estado en ocasiones anteriores junto a muchachos de clubes del ascenso que soportaron similares acciones y ha actuado del mismo modo, pidiendo que se adopten las medidas pertinentes para que nuestros afiliados puedan practicar y jugar sin más presiones que las propias de toda competencia deportiva. Por momentos nos parece que el flagelo es incontrolable, pero no vamos bajar los brazos, porque no queremos que un grupo minoritario le abra heridas a la pasión de la mayoría.